Medio siglo de un viaje con altura que bate récords

Historia de una obra sin igual
A mediados del siglo XIX la política ferroviaria impulsó el desarrollo de nuevas regiones a partir de la extensión de ramales y tramos que unirían pueblos y provincias con un objetivo: facilitar el traslado de materias primas. La iniciativa del presidente Hipólito Yrigoyen contempló, entre otras cuestiones, la construcción de una hazaña a pico y pala: una línea para unir la Argentina y Chile. La obra demandó 27 años y algunas vidas que se perdieron en la faena maratónica. El trazado de 42 estaciones, 13 viaductos (entre ellos los del río Toro y La Polvorilla), 32 puentes de acero y 21 túneles se inauguró en 1948, como el Trasandino del Norte y realizó su primer servicio con conexión a Antofagasta, un viaje que requirió combinar con un coche motor del lado chileno.
:quality(80)/cloudfront-us-east-1.images.arcpublishing.com/lanacionar/62PKKOZLNBFGXNTNZVROI57TDE.jpg)
Si bien no llegó a transportar cargas significativas –de acuerdo a las expectativas de Yrigoyen– con el tiempo se constituyó en uno de los atractivos turísticos de la región. En los años 60 dos camarógrafos realizaron el trayecto para la grabación de un documental. Cuando llegaron al Viaducto La Polvorilla, la máquina hizo una descarga lateral de vapor y por las bajas temperaturas quedó flotando por unos momentos en el aire, como una nube. Así surgió el nombre de la formación que estuvo privatizada y hoy pertenece al Estado.
El 16 de julio, en las alturas y a todo vapor, se celebrará esta hazaña. Los ocho vagones se vestirán de fiesta para recibir a los invitados. Entre los recuerdos que plasmarán en videos para sus redes sociales prometen editar las mejores imágenes de figuras que lo hicieron (aún más) famoso: el videoclip de Soledad Pastorutti, Tren del cielo; el documental Long Way Up, que rodó Ewan McGregor para Apple TV; la carrera del Camel Throphy de 1994 y algunas publicidades históricas. Y además, imágenes de un ritual que, según prometen, volverá este año: las bodas a bordo, un “sí quiero” en las alturas.