Cómo la demanda de energía limpia en el mundo amenaza una de las zonas más biodiversas de Ecuador

Apenas han pasado unos meses desde que de repente, como si nada hubiese pasado, la fiebre por la balsa de Ecuador se calmó. Pero las consecuencias de dos años de extracción frenética de esta madera son visibles y preocupantes.
La demanda se disparó porque inversores chinos, animados por un subsidio estatal, llegaron con mucho dinero para hacerse con toneladas de esta madera, demandada para fabricar aspas de generadores eólicos.
La urgencia por la materia y la falta de vigilancia del gobierno ecuatoriano debido a las restricciones por la pandemia contribuyeron a desatar el caos, entre otros territorios,en la provincia de Pastaza, una de las zonas de mayor riqueza natural de la Amazonía y donde se concentran decenas de miles de hectáreas de esta especie.
El boom de la balsa (conocida como balso en otros países) llena los bolsillos de muchos, pero también deja problemáticas a su paso.
La tala frenética de los últimos meses amenazó el hábitat de animales protegidos, aumentó la extracción ilegal, precarizó trabajadores y dividió comunidades indígenas, dicen diferentes fuentes consultadas por BBC Mundo.
Fue un desastre«, describe Pablo Balarezo, coordinador de economía forestal de la Fundación Pachamama en Ecuador.
Las comunidades indígenas de la zona, dueñas ancestrales de muchas de las hectáreas donde se tala la balsa, activistas y empresarios piden al Estado que intervenga, regularice más el sector y le proteja de los daños que algunos temen irreversibles.
El ministerio del Ambiente y Agua de Ecuador ha realizado operativos para interceptar el desplazamiento y tala ilegal de balsa, pero varias asociaciones opinan que el esfuerzo no ha sido suficiente. BBC Mundo contactó a dicho ministerio, pero no había obtenido respuesta al momento de publicar este reportaje.
Un problema medioambiental…y social
La extracción de balsa por sí misma no es un problema grave de deforestación. Es una especie primaria y crece tan rápido que donde hay un árbol cortado vuelve a crecer otro que alcanza 20 metros en unos cuatro años.
La «preocupación», coinciden empresarios, representantes indígenas y medioambientalistas, es cuando se va de la manos sin que haya suficiente vigilancia estatal.
«Con tanto boom, la balsa se ha explotado sin la técnica que requiere. Se ha desperdiciado madera y por accidente y desconocimiento se han talado otros árboles que sí son críticos», dice Balarezo.
Muchas de las zonas de balsa son hábitat de animales protegidos como el jaguar, tortugas, diversas especies de aves y otros mamíferos.
«Al talarla sin control amenazas hábitats muy delicados. El ecosistema de Pastaza es uno de los más ricos y conservados del Ecuador. Estamos jugando con fuego», explica Balarezo.