Las ventajas de andar descalzos (o como si estuviéramos descalzos)

En las últimas décadas, la costumbre de caminar «a pie limpio» suma cada vez más adeptos.
Mientras que algunos lo ven como una moda pasajera, otros argumentan que es una práctica saludable, enraizada en nuestra propia naturaleza.
De hecho, muchos padres y madres de niños que todavía no andan muestran gran preocupación acerca del desarrollo de sus pies infantiles, lo que ayuda a explicar la amplia implantación actual del llamado calzado minimalista (el que proporciona la experiencia de ir descalzo) en edad pediátrica.
Pero ¿es igual de importante en los adultos?
Volver a la naturalidad
Caminar descalzo por voluntad propia no es una invención moderna. Algunas culturas antiguas consideraban que así se establecía una conexión directa con la tierra.
Sin embargo, la invención del calzado priorizó la protección y el estatus sobre la naturalidad.
En las sociedades modernas, es un elemento esencial de vestimenta, tanto por razones de higiene como de posición social.
¿Tiene entonces algún sentido prescindir de él en muchos momentos?
Las investigaciones científicas revelan que quizá sí: hacerlo favorecería la conexión con la naturaleza y, desde un punto de vista emocional, con nosotros mismos.