Cómo es la fortaleza en Miami que resguarda el «poderoso cerebro» de internet para América Latina

Existe una probabilidad muy alta de que este artículo que estás leyendo haya llegado a ti a través de Miami.
La ciudad del sur de Florida es un punto clave por el que pasa el 90% de las comunicaciones por internet de América Latina, ya sea a través de los datos de tu celular o del Wi-Fi de tu casa o trabajo.
Para difundir los artículos de BBC Mundo, o las series de Netflix o los mensajes de WhatsApp, la mayoría de los proveedores de internet utilizan los cables submarinos que conectan el mundo a la red.
Y 18 de esos cables, que llevan internet a toda la región de América Latina, llegan hasta un edificio en el centro de la ciudad de Miami con un vistoso techo con esferas gigantes.
Se trata del Network Access Point de las Américas (NAP, por sus siglas en inglés), uno de los mayores centros de datos del mundo que también es una fortificación del siglo XXI.
La firma Equinix lo maneja y lo resguarda con altas medidas de seguridad, que buscan evitar intrusiones no autorizadas, o resistir un huracán categoría 5.
«Cuando declaramos una emergencia, en un huracán, por ejemplo, cerramos las puertas. Y no se abren hasta que alguien dé la instrucción de que es seguro abrirlas», explica Graciela Padrón, directora sénior de operaciones en el NAP.
La experimentada ejecutiva llevó a BBC Mundo a un recorrido exclusivo por el imponente centro de datos ubicado en el centro de la ciudad de Miami.
La fortaleza
Las conexiones de internet del mundo -ya sean proveedores de Wi-Fi para la casa o el trabajo, así como las telefónicas que ofrecen internet para los móviles- se entrelazan con el mundo a través de cientos de cables submarinos de fibra óptica.
Esa vasta red manejada por múltiples firmas de telecomunicaciones a nivel global requiere de puntos de interconexión «neutrales», que son los centros de datos como el de esta ciudad de Florida.
Es como si el cableado fuera un «sistema nervioso» que conecta el mundo a internet y su «cerebro» fuera este edificio de seis pisos de acceso muy restringido.
Para ingresar al MI1, como también se le llama al NAP de las Américas, hay que tener invitación.
Las personas deben necesariamente estar autorizadas y tienen que pasar por cinco filtros de seguridad para poder acceder hasta las «jaulas» donde está la tecnología de interconexión.
Los guardias portan armas, lo que denota una autorización que no todos los edificios privados en EE.UU. tienen. Después se requiere poseer un tarjeta de acceso que al usarla solo permite la entrada a una persona.
Atravesar este punto se siente como el ingreso a un búnker de película.
Un filtro siguiente requiere la lectura de la palma de la mano autorizada.
Y, finalmente, otro código de entrada y registro biométrico da acceso al hardware, las «neuronas» de este cerebro.